En el mundo moderno, el acné aparecen en el 50% de las personas mayores de 26 años. Al mismo tiempo, casi nunca ocurre entre los residentes de países no industrializados. Además, se sabe que desde 1990 hasta la actualidad, la prevalencia del acné ha aumentado en alrededor de un 48%. Hay varias razones por las que esto está sucediendo.
Nutrición. Las personas que tienen poco o ningún acné por lo general no comen tantos azúcares simples ni carbohidratos refinados. Estas sustancias ayudan a aumentar los niveles de insulina y no contienen fibra. Aunque, tras analizar los datos científicos, los expertos no encontraron una conexión entre el acné y los hábitos alimentarios.
Carga física. Sin embargo, no tenemos mucha actividad física. Aunque el vínculo con el acné no se ha probado científicamente, se sabe que el ejercicio regular reduce la inflamación, reduce los niveles de estrés y aumenta el flujo sanguíneo a la piel. Todos estos pueden reducir el riesgo de acné.
Luz solar. Las personas que viven en países desarrollados pasan menos tiempo al sol y obtienen menos vitamina D. Y gracias a esta vitamina, las heridas cicatrizan más rápido y la inflamación disminuye. Un estudio de 2016 encontró que las personas con acné tenían 2.5 veces más probabilidades de tener deficiencia de vitamina D que aquellas sin acné.
Estrés. Debido a la exposición frecuente al estrés, la piel puede sufrir. Esto se debe al hecho de que el estrés puede alterar el equilibrio de las hormonas en el cuerpo y debilitar el sistema inmunológico.
Ducha. Existe la posibilidad de que los productos de higiene, el lavado demasiado minucioso del cuerpo con una toallita, alteren el equilibrio de la microflora de la piel.
Aire contaminado. La condición de la piel puede empeorar debido a la exposición del cuerpo al dióxido de nitrógeno y otras sustancias que contaminan la atmósfera. En particular, puede exacerbar la forma inflamatoria del acné.
FUENTE: Inosmi
